Debo confesarlo.
La experiencia que vivimos con mi familia en la Feria del Libro perdurará por siempre, y no creo que de manera positiva. Sábado de noche, o tardecita aún. Llegamos y comenzamos a recorrer la carpa, por demanda de las niñas, ésto es corriendo atras de ellas y sacándoles los libros de las manos porque se querían traer cinco o seis de cada stand. Eso está muy bien, pero ...bueno, no tenía dinero para comprarlos. Seguimos el recorrido bajo la mirada comprensiva de las muchas personas que por allí encontrábamos, mientras intentábamos detenerlas.
Rápidamente cruzamos al Atrio de la IMM, y ahí comenzó el armaggedon...
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