"Harold Bloom afirma en la introducción a esta encantadora antología que si deseamos llegar a Shakespeare y a Chéjov, a Henry James y a Jane Austen, estaremos mucho mejor preparados si hemos leído antes a Lewis Carroll y a Edward Lear, a Robert Louis Stevenson y a Rudyard Kipling. Frente a Internet, la televisión y los videojuegos, que amenazan con alejar a los jóvenes de la lectura, Bloom presenta un libro que divierte, desafía y seduce a los lectores.
Encontramos aquí antiguos favoritos, escritos por amados escritores de literatura para niños, y también emocionantes redescubrimientos y obras maravillosas de autores célebres más conocidos por sus libros para mayores, como Herman Melville, León Tolstói, Edith Wharton y Walt Whitman. Bloom, desmoralizado por el estado actual de la literatura juvenil, investiga en las imaginativas obras del siglo XIX e incluso anteriores, y elige poemas y relatos que expanden la mente y ofrecen la mágica compañía de la buena literatura." (Anagrama)
Para Bloom -polémico crítico y ensayista-, existe un catálogo de libros preceptivos –clásicos, imprescindibles en cualquier biblioteca– que forma un canon literario, resistente a las modas, los caprichos de la crítica y el paso del tiempo.
Ese catálogo de autores aprobados, y en cierto sentido, inmortales, sirvió de base su libro más conocido, El canon occidental.
Aplicando los mismos criterios a la literatura infantil y juvenil, reúne estos relatos y poemas “para niños extremadamente inteligentes de todas las edades”.
Como antología y punto de referencia, el libro es un excelente instrumento de iniciación a la lectura. Estos cuarenta cuentos y ochenta y cinco poesías son lecturas indiscutibles, y resulta evidente que pueden ser una seductora alternativa a otros libros que, gracias al apoyo del márketing, ocupan hoy el escaparate de las librerías.
“Casi todo lo que ahora se ofrece comercialmente como literatura para niños –escribe Bloom– sería un menú insuficiente para cualquier lector en cualquier realidad social".
En la tradición literaria que defiende en su antología, destacan autores como Stevenson, Tolstói, Chesterton, Byron, Lewis Carroll, Rudyard Kipling, William Shakespeare, Christina Rossetti, Edward Lear, Esopo, Gógol, Maupassant, Turguéniev, Hawthorne y Blake.
Queda fuera de lo recomendable la saga de Harry Potter que, en opinión de Bloom no pasa de ser un bestseller. No está de más recordar que el crítico escribió un artículo muy polémico en el Wall Street Journal, que se titulaba, precisamente, ¿Pueden 35 millones de compradores de libros estar equivocados? Sí (Can 35 Million Book Buyers Be Wrong? Yes). En dicho artículo, Harold Bloom reconocía que los dos modelos de la serie de Harry Potter son El Señor de los Anillos, de Tolkien, y una clásica novela sobre la vida en un internado inglés, Tom Brown's School Days (1857), de Thomas Hughes.
Sin embargo, Rowling no es, en opinión de Bloom, una escritora de suficiente categoría, y por ello queda muy lejos de sus ilustres referencias.
¿Qué nos propone a cambio? Simplemente, volver a los clásicos de siempre, y proponer a los niños autores como los arriba citados. Con ellos, su formación en el campo literario queda asegurada.
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