El adolescente necesita modelos, espejos, en los que reflejarse, ídolos con los que identificarse y que le ayuden a desinhibirse, a descargar adrenalina, y en quien poder verter sus confidencias más íntimas.
El joven entreteje vínculos afectivos vívidos, unas veces positivos (amor, ternura, amistad) y otras negativos (odio, rivalidad, celos).
Los afectos, los sentimientos, las emociones adquieren especial trascendencia. La falta de comunicación con padres y demás adultos le hará refugiarse en sus iguales, ante los cuales desnudará su alma.
La resolución de sus problemas familiares se le antoja imposible por lo que se vuelca en la defensa de valores más universales como la paz, la justicia y la solidaridad.
Cuestiona las reglas morales convencionales en favor de sus propios criterios de conciencia.
El lector juvenil está interesado por temas que le ayuden en:
- la búsqueda de su propia identidad;
- el conocimiento del mundo y de los demás;
- la formación de una filosofía de la vida;
- plantearse problemas y responsabilidades sociales;
- el entendimiento de sus emociones.
- se le entienda y acepte como es;
- se reflejen sus inquietudes;
- pueda desarrollar su imaginación;
- halle respuestas a las preguntas que no se atreve a plantear al adulto;
- pueda gozar y disfrutar relajadamente;
- el lenguaje sea literario, preciso y realista;
- se clarifiquen situaciones problemáticas:
-personales: búsqueda de la identidad, sentido de la vida y la muerte, autorrealización -sociales: convivencia familiar, convivencia en grupos, descubrimiento del amor, amistad, inconformismo, rechazo de convencionalismos, insolidaridad, violencia, delincuencia juvenil, consumismo, lucha contra las injusticias, racismo y xenofobia, igualdad entre los sexos...
Fragmentos de un artículo de Kepa Osoro Iturbe
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