| EL LIBRETO |
Un niño está encerrado en su habitación
hasta que acabe los deberes. Hastiado se dedica a matar el tiempo
destrozando todo lo que le rodea: el juego de té, los libros, los
muebles… Incluso molesta divertido a los animales que pueblan su jardín,
ajeno a las consecuencias y a la magia que pronto sus travesuras van a
desencadenar.
De repente la magia se apodera del sillón que, para demostrar su malestar, comienza a bailar con una silla Luis XV. Aturdido el niño contempla cómo se ha iniciado una auténtica rebelión de casi todos las cosas que ha torturado (el reloj de pared, la chimenea, etc.) que, enfadadas con él, no van a dejarse avasallar así como así.
Más tarde del papel pintado de la pared surgirán figuras de fábula: pastores con sus cabras que danzan al son de una dulce música. De las páginas de un libro destruido sale una hermosa princesa que le recuerda que romper un libro es matar la imaginación que se encarga de crear los cuentos.
Luego entra en la habitación un viejo profesor, cuya cabeza es el número pi, que enloquece al protagonista con incompresibles fórmulas y delirantes ecuaciones.
El tiempo ha pasado velozmente y ya es de noche en el jardín. Encaramados en un gran árbol, los animales también tienen mucho que reprochar al niño y lo asaltan con sus retos y sus amenazas.
Por fin los que le rodean descubrirán todo lo bueno que hay en el fondo de su corazón.
De repente la magia se apodera del sillón que, para demostrar su malestar, comienza a bailar con una silla Luis XV. Aturdido el niño contempla cómo se ha iniciado una auténtica rebelión de casi todos las cosas que ha torturado (el reloj de pared, la chimenea, etc.) que, enfadadas con él, no van a dejarse avasallar así como así.
Más tarde del papel pintado de la pared surgirán figuras de fábula: pastores con sus cabras que danzan al son de una dulce música. De las páginas de un libro destruido sale una hermosa princesa que le recuerda que romper un libro es matar la imaginación que se encarga de crear los cuentos.
Luego entra en la habitación un viejo profesor, cuya cabeza es el número pi, que enloquece al protagonista con incompresibles fórmulas y delirantes ecuaciones.
El tiempo ha pasado velozmente y ya es de noche en el jardín. Encaramados en un gran árbol, los animales también tienen mucho que reprochar al niño y lo asaltan con sus retos y sus amenazas.
Por fin los que le rodean descubrirán todo lo bueno que hay en el fondo de su corazón.
Personajes
EL NIÑOLA
MADRE EL SILLÓN LA TAZA CHINA LA GATA LA LIBÉLULA EL MURCIÉLAGO LA ARDILLA PASTORA EL RELOJ LA TETERA EL ANCIANO EL GATO EL ÁRBOL LA RANA |
MezzosopranoContralto Soprano Mezzosoprano Mezzosoprano Mezzosoprano Soprano Mezzosoprano Soprano Barítono Tenor Tenor Barítono Bajo Tenor |
La acción se desarrolla en una casa de campo,
en la actualidad.
PRIMERA PARTE La Casa (Habitación de techo bajo de una casa con jardín, una casa estilo normado, anticuada, con grandes sillones tapizados, un reloj de pared con tapa decorada de flores. Un tapiz con dibujos de pastores. Una jaula redonda con una ardilla, colgando cerca de la ventana. Un toldo frente a la gran chimenea, un fuego casi extinguido, una olla que ronronea. El gato también. Atardecer. El niño, de seis o siete años, sentado frente a su tarea apenas comenzada. Muerde su portaplumas, se rasca la cabeza y canturrea) EL NIÑO No quiero hacer mi tarea. Quiero salir a dar un paseo. Quisiera comerme todos los pasteles. Quisiera jalar al gato de la cola y cortársela a la ardilla. ¡Quiero gritarle a todo el mundo! Quisiera castigar a mi mamá… (La puerta se abre. Entra la madre) MAMÁ ¿Se ha portado bien el bebé? ¿Terminó con su tarea? (El niño no responde y se desliza, malhumorado, bajo la silla) ¡Oh! ¡No has hecho nada! ¡Manchaste de tinta la alfombra! ¿Te disculparás por tu pereza? (El Niño guarda silencio) ¿Me prometes, bebé, que vas a trabajar? (Silencio) ¿Vas a pedir perdón? (Por única respuesta, el bebé levanta la cabeza y le saca la lengua a su madre.) ¡Oh!... (Con severidad) Aquí está la cena para un niño malo: té sin azúcar y pan seco. ¡Tú solo te dejaste sin cena! ¡Y piensa en tus faltas! ¡Y piensa en tus deberes! ¡Piensa, piensa especialmente que has entristecido a tu mamá!... (La madre se va. El niño queda solo, víctima de un arrebato de perversa terquedad. Salta y grita a todo pulmón hacia la puerta.) EL NIÑO ¡No me importa! ¡De todas formas, no tengo hambre! ¡De todas formas prefiero quedarme solo! ¡No quiero a nadie! ¡Soy muy malo! ¡Malo, malo, malo! (Tira de un manotazo la tetera y la taza que se rompen en mil pedazos. Luego trepa al alféizar de la ventana, abre la jaula de la ardilla y la pincha con su estilográfica. La ardilla, herida escapa por una abertura de la ventana. El niño salta de la ventana y le jala la cola al gato, que maúlla y se esconde bajo un sillón.) EL NIÑO (fuera de sí) ¡Hurra! (Blandiendo el atizador, hurga el fuego y tira la olla) ¡Hurra! ¡Hurra! (Blande el atizador cual espada para atacar los personajes dibujados en el papel tapiz, que se desgarra. Grandes tiras de tapiz cuelgan de la pared) ¡Hurra! (Abre la caja de reloj y se cuelga del péndulo, que se rompe entre sus manos. Luego, al ver en la mesa los cuadernos y los libros, los desgarra mientras se carcajea.) ¡Hurra! ¡Ya no habrá más lecciones! ¡Ni más tareas! ¡Soy libre, libre, malo y libre! (Saciado con la devastación, se deja caer sin aliento entre los brazos de un gran sillón revestido de una funda estampada. Pero, ¡oh, sorpresa!, los brazos del sillón se apartan, el asiento se retira y el sillón, cojeando pesadamente como un enorme sapo, se aparta.) EL NIÑO (asustado) ¡Ah! (Después de haber retrocedido tres pasos, el sillón regresa, pesado y socarrón, y saluda a una pequeña butaca Luis XV, que lo invita a bailar una danza grotesca.) EL SILLÓN Vuestro humilde servidor, butaca. LA BUTACA (haciendo una reverencia) Vuestra servidora, sillón. EL SILLÓN Ya es hora de librarnos para siempre de ese niño y de sus malvados talones. LA BUTACA ¡Oh, qué alivio! EL SILLÓN Nada de almohadones para su sueño. Nada de asientos para sus ensueños, Nada de reposo... sólo el suelo desnudo. Y otra cosa más... ¿Quién sabe? LA BUTACA Y otra cosa más... ¿Quién sabe? LOS DOS Ya es hora de librarnos para siempre de ese niño y de sus malvados talones. EL SILLÓN El banco, el sofá, el puf… LA BUTACA ... y la silla de mimbre... EL SILLÓN No quieren al niño. (Los muebles que acaban de mencionar el sillón y la butaca se levantan, agitando los brazos y patas, y repiten a coro) ¡No más niño! (Paralizado de estupor, el niño, pegado a la pared, escucha y mira) EL RELOJ DE PARED ¡Ding, ding, ding, ding, ding, ding!... ¡Y otra vez, ding, ding, ding! ¡No puedo dejar de campanear! ¡No sé la hora que es! ¡Él ha quebrado mi péndulo! ¡Tengo un terrible dolor de estómago! ¡Siento el aire correr en mi interior! ¡Y estoy comenzando a divagar! (Sobre sus dos patas, que se asoman bajo la caja de madera, el reloj avanza. Tiene un pequeño, redondo y rosado rostro y dos brazos cortos que gesticulan.) EL NIÑO ¡Ah! ¡El reloj camina! EL RELOJ DE CAJA Ding, ding, ding… ¡Al menos déjame pasar! ¡Que pueda esconder mi vergüenza! ¡Sonar así, a mi edad! Yo, yo que tan dulcemente daba las horas: hora de dormir, hora de levantarse, hora de que regrese aquel a quien se espera... ¡La hora bendita en que nació el malvado niño! Quizás, si él no me hubiera mutilado, nada hubiera cambiado en esta morada; quizás, nadie hubiera muerto... ¡Si yo pudiera dar acompasadas, unas y otras, las horas! ¡Ah! ¡Dejadme esconder mi vergüenza y dolor de cara contra la pared! (Se escuchan dos voces gangosas a ras del suelo) LA TETERA (una Wedgwood negra) ¿Cómo te encuentras? LA TAZA (china) ¡Muy mal! LA TETERA Yo un poco mejor... LA TAZA ¡Vamos! LA TETERA Black and costaud, Black and chic, jolly fellow, I punch, Sir, I punch your nose. I knock out you, stupid choose! Black and thick, and vrai beau gosse, I box you, I marm´lade you… LA TAZA Keng-ça-fou, Mah-jong, Keng-ça-fou, también kong-kong-pran-pa, Ça-oh-râ, Ça-oh-râ… Cas-ka-ra, harakiri, Sessue Hayakawa Hâ! Hâ! Ça-oh-râ les parecen a ustedes chinos. LA TAZA, LA TETERA Hâ! Ça-oh-râ toujours l'air chinoâ. Ping, pong, ping… (La taza y la tetera se alejan bailando) EL NIÑO (asustado) ¡Oh! ¡Mi hermosa taza china! (El sol se está ocultando. Sus rayos rojizos caen horizontalmente. El Niño tiembla de miedo y de soledad; se acerca al fuego, que le escupe a la cara una chispa encendida.) EL FUEGO (saltando fuera de la chimenea, delgado, menudo, deslumbrante.) ¡Aléjate! ¡Caliento a los buenos, pero quemo a los malos! ¡Pequeño bárbaro imprudente, has insultado a todos los dioses benévolos que levantaron entre la desgracia y tú una frágil barrera! ¡Has blandido el atizador, volcado la olla y esparcido las ascuas! ¡Ten cuidado! ¡Cuídate del ondulante fuego o te derretirás como un copo en su lengua escarlata! (El fuego avanza revoloteando y persigue al niño que se protege tras los muebles. Detrás del fuego, naciendo de sus pasos, se levanta la ceniza. Es gris, ondulante y callada. Al principio el fuego no la ve, luego, al avistarla, juega con ella que intenta, con su velo gris dominarlo. Él ríe, escapa de ella y baila. El juego sigue hasta que, cansado de pelear, el fuego se deja agarrar. Intenta liberarse por última vez; brilla otra vez por un instante, luego se duerme. En ese momento deja de arder, las sombras invaden la habitación, el ocaso ha llegado, las estrellas se ven por las ventanas y el color del cielo presagia la aparición de la luna llena.) EL NIÑO (en voz baja) Tengo miedo, tengo miedo... (Dos risitas le responden. Busca, y ve cómo se levantan las tiras desgarradas del tapiz. Todo un cortejo con los pequeños personajes del papel avanza, un poco ridículos pero muy conmovedores, pastorcillas, pastores, ovejas, perros, cabras, etc. Una música de chirimías y de tambores les acompaña.) LOS PASTORES ¡Adiós, pastorcillas! LAS PASTORCILLAS ¡Pastores, adiós! PASTORES, PASTORCILLAS ¡Ya no llevaremos nuestras ovejas a pastar a la hierba malva! LOS PASTORES ¡Ay, nuestra cabra violeta! LAS PASTORCILLAS ¡Ay, nuestros tiernos corderos color rosa! LOS PASTORES ¡Ay, nuestras cerezas escarlatas! PASTORES, LAS PASTORCILLAS ¡Nuestro perro azul! LOS PASTORES Cuando estábamos abrazados, pastorcillas... LAS PASTORCILLAS Con los labios en el corazón, pastores... LOS PASTORES ¡Nuestro amor parecía eterno! LAS PASTORCILLAS ¡Eternas parecían nuestras flautas! UN PASTOR El malvado niño ha desgarrado nuestra tierna historia. Un pastor por aquí... una pastorcilla por allá... El malvado niño, ¡a nosotros! a quien debe su primera sonrisa. UN PASTOR, UNA PASTORCILLA Un pastor por aquí... una pastorcilla por allá... El malvado niño, ¡a nosotros! a quien debe su primera sonrisa. UNA PASTORCILLA El ingrato niño, que dormía bajo el cuidado de nuestro perro azul... ¡ay, y de nuestra cabra violeta! UN PASTOR ¡Ay, y de nuestras ovejas rosas y verdes! (Ballet de los pequeños personajes, que expresan, mientras danzan, la tristeza de no poder estar juntos de nuevo. Se alejan, y con ellos la música de cornamusas y tambores. El niño se ha tumbado en el suelo, con la cara entre sus brazos cruzados. Llora. Aprieta las hojas desgarradas de los libros, una de las grandes páginas, que él había extendido se levanta como una losa, para dejar pasar primero una lánguida mano, luego una cabellera de oro, luego una princesa de cuento de hadas con sus brazos cargados de joyas.) EL NIÑO (maravillado) ¡Ah! ¡Es ella!... ¡Es ella!... LA PRINCESA Sí, soy yo, tu princesa encantada. Ella, la que tú llamabas en sueños, la noche pasada. Ella, cuya historia, apenas ayer, te mantuvo despierto por mucho tiempo. Te cantabas a ti mismo: "Ella es rubia, de azules ojos color cielo". Tú me buscaste en el corazón de la rosa y en el perfume del lirio blanco. Tú me buscaste, pequeño enamorado, y fui, desde ayer, tu primer amor. EL NIÑO ¡Ah! ¡Es ella!... ¡Es ella!... LA PRINCESA Pero rompiste el libro... ¿Qué sucederá conmigo? ¿Quién sabe si, el malvado hechicero no me enviará al sueño de la muerte, o acaso, me disolverá en una nube? Dime, ¿no te lamentarás el no saber nunca el destino de tu primer amor? EL NIÑO (temblando) ¡Oh! ¡No te vayas! ¡Quédate! Dime... ¿Y el árbol donde cantaba el pájaro azul? LA PRINCESA (señalando las páginas arrancadas) Mira sus ramas, mira sus frutos, ¡ay de mí!... EL NIÑO (ansioso) ¿Y tu collar?...¿Tu collar mágico? LA PRINCESA (señalando de nuevo) Mira sus cuentas rotas, ¡ay de mí!... EL NIÑO ¿Y tu caballero? ¿El príncipe con el yelmo color del alba? ¡Él debe venir! ¡Tiene una espada! ¡Si yo tuviera una espada! ¡Ah! ¡Una espada en mis manos! ¡Yo sabría defenderte! LA PRINCESA (retorciendo sus manos) ¡Ay de mí! pequeño amigo mío. ¿Qué puedes hacer por mí? ¿Sabes cuánto dura un sueño? Mi sueño es tan largo, tan largo, que quizás, al final del sueño, ¡seas tú, el príncipe con el yelmo del alba!... (El suelo se mueve y se abre a los pies de ella. Ella grita) ¡Auxilio! ¡Auxilio!... ¡El sueño y la noche quieren llevarme! ¡Auxilio! EL NIÑO (intenta sostenerla en vano por sus cabellos dorados, por sus velos, por sus manos blancas.) ¡Mi espada! ¡Mi espada! ¡Mi espada! (Pero una fuerza invisible aspira a la princesa que desaparece bajo la tierra.) EL NIÑO (solo y desolado) Tú, el corazón de la rosa. Tú, el perfume del lirio blanco. Tú, tus manos y tu corona, tus ojos azules y tus joyas... Sólo me has dejado, cual rayo de luna, un cabello de oro sobre mi hombro. Un cabello de oro... y el recuerdo de un sueño... (se inclina y busca entre las hojas desgarradas el fin del cuento de hadas, pero es en vano) Nada... Todos estos son libros áridos, de frías y secas lecciones. (Los patea. Voces chillonas salen de entre las páginas que dejan ver a las gesticulantes figuritas de los números. De un álbum abierto como un techo, salta un viejecillo jorobado, de nariz ganchuda, barbado, vestido con números, sombrero en forma de "p", ceñido con una cinta métrica y armado con una regla. Sostiene un libro de madera que golpea cadenciosamente. Baila mientras recita fragmentos de problemas.) EL VIEJECILLO ¡Dos grifos de agua fluyen a un tanque! ¡Dos ómnibus dejan una estación a veinte minutos de intervalo, valo, valo, valo! ¡Una campesina, sina, sina, sina, lleva todos sus huevos al mercado! ¡Un mercader de telas, telas, telas, telas, vende seis metros de trapo! (ve al niño y se le acerca de una manera malévola.) EL NIÑO (aterrado) ¡Dios mío! ¡Es la Aritmética! EL VIEJECILLO, LOS NÚMEROS ¡Tica, tica, tica! (Danzan alrededor del niño multiplicando sus maléficos pases.) Once mas seis: ¡veinticinco! Cuatro mas cuatro: ¡dieciocho! Siete por nueve: ¡treinta y tres! EL NIÑO (sorprendido) ¿Siete por nueve, treinta y tres? LOS NÚMEROS (levantando las hojas y chillando) Siete por nueve: ¡treinta y tres! etc. EL NIÑO (con audacia) Tres por nueve: ¡cuatrocientos! EL VIEJECILLO (balanceándose para mantener el ritmo) Milímetro, centímetro, decímetro, decámetro, hectómetro, kilómetro, miriámetro. ¡Sin fallar! ¡Qué felicidad! ¡Millones, billones, trillones, y fracciones! LOS NÚMEROS, EL VIEJECILLO ¡Dos grifos de agua fluyen a un tanque! Etc. LOS NÚMEROS (hacen bailar al niño con ellos) Tres por nueve: ¡treinta y tres! Dos por seis: ¡veintisiete! ¿Cuatro mas cuatro?... ¿Cuatro mas cuatro?... Cuatro por siete: ¿cincuenta y nueve? Dos por seis: ¡treinta y uno! Cinco por cinco: ¡cuarenta y tres! Siete mas cuatro: ¡cincuenta y cinco! (Giran desenfrenadamente. El niño, aturdido, cae al suelo. El Viejecillo y el coro se retiran.) Cuatro mas cuatro: ¡dieciocho! Once mas seis: ¡veinticinco! (El niño se sienta con dificultad. La luna ilumina la habitación. El gato negro se desliza bajo el sillón. Se estira, bosteza y se relame. El niño no lo ve pues, cansado, tiene la cabeza apoyada en un taburete. El gato juega, haciendo rodar una bola de estambre. Se acerca al niño e intenta jugar con su cabeza rubia como si fuera una pelota.) EL NIÑO ¡Oh! ¡Mi cabeza! ¡Mi cabeza! (Se levanta y mira al gato) ¿Eres tú, gato? ¡Qué grande y terrible eres! ¿Sin duda que tú también hablarás? (El gato dice que no con la cabeza, maúlla y se aleja del niño. La gata blanca aparece en el jardín. El gato deja de jugar.) |
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SEGUNDA PARTE El Jardín (El gato persigue a la gata. El niño los sigue tímidamente, hasta el jardín. En ese momento las paredes se apartan, el techo se eleva y el niño se encuentra, junto con el gato y la gata, en el jardín iluminado por la luna y los arreboles del ocaso. Árboles, flores, un pequeño estanque verde, un grueso tronco vestido de hiedra. Música de insectos, de ranas, de sapos, de búhos y ruiseñores.) EL NIÑO (abriendo los brazos) ¡Ah! ¡Qué alegría encontrarte de nuevo, jardín! (Se apoya en el tronco de un árbol, que gime) EL NIÑO ¿Qué?... EL ÁRBOL (gimiendo) Mi herida… Mi herida... EL NIÑO ¿Qué herida? EL ÁRBOL Aquella que tú ocasionaste en mi costado con el cuchillo… ¡Ay de mí! Sangra nuevamente savia... LOS OTROS ÁRBOLES (gimiendo y balanceándose) Nuestras heridas... Están recientes y sangran savia nuevamente... ¡Oh, malvado! (El niño apiadado, apoya su mejilla contra la corteza del grueso árbol. Una libélula pasa y desaparece. Vuelve a pasar. Otras la siguen. Una mariposa nocturna la imita. Otras mariposas nocturnas, otras Libélulas.) LA LIBÉLULA ¿Dónde estás? Estoy buscándote… La red… Te atrapó… ¡Oh tú, querida, tan larga y frágil, tus turquesas, tus topacios, el aire que amabas, los extraño menos de lo que te extraño a ti! EL RUISEÑOR ¡Ah!... LA LIBÉLULA Sola, sola... languidezco... te busco... (Al niño, volando alrededor de su cabeza) ¡Devuélvemela! ¿Dónde está? ¡Mi compañera! ¡Devuélvemela! EL NIÑO ¡No puedo! ¡No puedo!... LA LIBÉLULA (insistiendo) ¿Dónde está ella? EL NIÑO (volviéndose de espaldas) No puedo... (aparte) La libélula que atrapé... La pinché con un alfiler... Contra la pared... (aterrado) ¡Ah!... EL MURCIÉLAGO (en el aire) Devuélvemela... Tsk, tsk, devuélvemela... Tsk... mi compañera... La murciélago... ¿Qué sabes de ella? EL NIÑO (bajando la cabeza) ¡Lo sé! EL MURCIÉLAGO (volando) El bastón... Tsk, tsk... la persecución... la noche anterior... Tsk... Tu victoria... Y el animalito, ahí, muerto a tus pies... EL NIÑO ¡Piedad! EL MURCIÉLAGO El nido lleno... los pequeñitos... sin su madre. Ellos necesitan... Tsk, tsk, ser alimentados... EL NIÑO ¡Sin su mamá! EL MURCIÉLAGO Ahora, nosotros... Tsk, tsk... Volamos. Cazamos... Regresamos... cazamos... Comemos...Tsk... Tsk... Esa es tu culpa... (Ronda de los Murciélagos. Debajo de ellos, una pequeña rana sale del estanque, se apoya con sus dos manecitas en la orilla. Otra hace lo mismo, luego otra y el estanque se llena de ranitas que salen y entran jugando al agua. Una de ellas, después de haber bailado, apoya sus manos sobre la rodilla del niño.) LA ARDILLA (cortante a la rana) ¡Sálvate, tonta!... ¿Y la jaula? ¿La jaula? LA RANITA ¿Kekekekeke de verdad? LA ARDILLA (ahogándose con sus dos manitas y tosiendo como lo hacen las ardillas) La cárcel... Cof, cof. La cárcel. La pluma que pica, entre dos barrotes. Cof, cof. Yo puedo escapar, pero tus cuatro patitas húmedas no son tan buenas como las mías. LA RANITA ¿Qué-qué-qué-qué es lo que dices? No conozco la ja-ja-ja-jaula. Conozco la mosca sobre mi cabeza. (Salta.) ¡Ploc! Y la red roja. (Salta.) ¡Ploc! El cebo viene, salto, me dejo atrapar, me escapo, regreso. ¡Ploc! LA ARDILLA ¡Descerebrada! ¡Acabarás como yo! EL NIÑO La jaula, era para apreciar mejor tu agilidad, tus cuatro patitas, tus hermosos ojos... LA ARDILLA (sarcástica) ¡Sí, para apreciar mis hermosos ojos! ¿Sabes qué reflejan mis hermosos ojos? ¡El cielo libre, el viento libre, mis hermanas libres, saltando como si volaran!... ¡Mira lo que reflejan mis hermosos ojos, relucientes de lágrimas! (Mientras habla, el jardín se puebla de ardillas saltarinas. Juegan, se acarician y hacen cabriolas en el aire. Una pareja de libélulas, abrazadas, se separan y se juntan. Un grupo de mariposas nocturnas las imita. Otros grupos se juntan y se separan. El jardín, palpitante de aleteos, brillante de ardillas, es un paraíso de ternura y de alegría silvestre.) EL NIÑO Se aman... son felices... Me han olvidado... (El gato negro y la gata blanca aparecen en lo alto de la pared. El gato lame dulcemente las orejas de la gata y juega con ella. Se mueven, uno sigue al otro a través del angosto muro.) EL NIÑO Se aman... son felices... Me han olvidado... (Enojado consigo mismo grita) ¡Mamá! (Al grito, los animales se levantan, se separan, unos vuelan, otros corren mezclando sus voces con la de los árboles y gritan) LOS ANIMALES, LOS ÁRBOLES ¡Ah! ¡Es el niño del cuchillo! ¡Es el niño del bastón! ¡El malvado con la jaula! ¡El malvado de la red! ¡El que no ama a nadie y al que nadie quiere! ¿Se escapará? ¡No! Debe ser castigado. ¡Yo, mis garras! ¡Yo, mis dientes! ¡Yo, mis alas con garras! ¡Unámonos, unámonos! (Los animales caen sobre el niño. Un frenesí que se convierte en lucha, cada animal quiere castigar al niño. Los animales comienzan a pelearse entre ellos. El niño, ora atrapado ora libre, ora vuelto a atrapar, pasa de pata en pata. En el clímax de la pelea, el niño se tira contra una esquina del escenario, olvidado por los animales, que siguen peleando. Al mismo tiempo, una pequeña ardilla, herida, cae junto al niño con un llanto agudo. Los animales avergonzados, se detienen, se separan, rodean a la Ardilla que hirieron. Con su pañuelo de cuello, el niño venda la pata herida de la ardilla, luego cae sin fuerzas. Silencio, los Animales están sorprendidos.) UN ANIMAL (rompiendo el profundo silencio) Le curó la herida... OTRO ANIMAL Él le curó la herida... le vendó la pata... Detuvo la sangre. LOS OTROS ANIMALES Él sufre... Está herido... Sangra... Él le curó la herida... Hay que vendarle la mano. Detener la sangre... ¿Qué vamos a hacer? Él sabe como curar una herida... ¿Qué haremos? Nosotros lo lastimamos... ¿Qué vamos a hacer? UN ANIMAL Él llamó, hace un momento... LOS ANIMALES Él llamó... UN ANIMAL Él gritó una palabra, una sola palabra: ¡Mamá! LOS ANIMALES Mamá... (Todos se acercan al niño tirado en el suelo. Las ardillas se cuelgan con sus patas por encima de él, las libélulas le abanican con sus alas.) UN ANIMAL Está muy callado... ¿Va a morirse? LOS ANIMALES Nosotros no sabemos vendarle la mano... Detener la sangre... UN ANIMAL (señalando la casa) ¡Ahí podemos encontrar ayuda! ¡Llevémoslo al nido! Es necesario que oigan allí la palabra que gritó hace un momento... Probemos a gritar esa palabra... (Los animales levantan al inerte y pálido niño y lo cargan, paso a paso, hacia la casa.) LOS ANIMALES (vacilantes) Ma... má... (más fuerte) ¡Ma... má! (El Niño abre los ojos, intentando levantarse. Con sus patas, sus alas, sus cabezas, sus lomos, los animales lo sostienen.) LOS ANIMALES ¡Mamá! (Una luz se enciende tras la ventana de la casa. Al mismo tiempo, la luna, rosa y dorada, inunda el jardín de claridad. Los animales, uno por uno, dejan de sostener al niño pues ya no es necesario, retirándose cadenciosamente. El grupo que rodeaba al niño se aleja de él, batiendo las alas y con saltos de alegría. Cuando las sombras de los árboles cubren al cortejo, queda el niño solo, erguido, iluminado por un halo de luna. Tiende sus brazos hacia aquella a quien los animales llamaron "Mamá") LOS ANIMALES Es bueno, el niño, es prudente, muy prudente... Él sanó la herida y detuvo la sangre... Él es bueno... es tan dulce... EL NIÑO ¡Mamá!
FUENTE (FRANCÉS-ESPAÑOL)
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