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2 jun 2017

Hablemos de canon



Es hoy el Conversatorio sobre «La cuestión del canon y la literatura infantil y juvenil» impulsado por el maravillosísimo programa radial Había Una Vez; Salón Dorado de la IMM de 18 a 20 hs.

2 jun 2012

PICCOLO GRANDE URUGUAY de Alicia Baladan













Conocí el trabajo de Alicia Baladan a través de la página de Topipittori y quedé maravillada. Luego me enteré que era uruguaya y que estaba radicada en Brescia (Italia) desde hacía muchos años.

Piccolo grande Uruguay es un relato autobiográfico, en el que el autora narra los difíciles años de su infancia en Uruguay durante la dictadura militar. Estos son los años que preceden al exilio de su familia desde Uruguay hacia Brasil y, después a Italia, a la edad de once años.

Reseña del libro (en italiano)
Entrevista a Alicia (en italiano)
Blog de Alicia Baladan

Ilustración para Cuentos de la selva de Horacio Quiroga

9 may 2012

PROGRAMA DE LA 12a FERIA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL


 Miércoles 23 de mayo

 
9:30 horas
Salón Rojo: presentación del libro Cómo molestar viejas sin ser atrapado, de Sebastián Pedrozo. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4.º año.

14:00 horas
Salón Rojo: presentación del libro Cómo molestar viejas sin ser atrapado, de Sebastián Pedrozo. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4.º año.

16:00 horas
Salón Dorado: De Leche, Dulce, de Roy y Lucy Makuc. Dragón Cómics / Belerofonte (publicado en diciembre de 2011). Actividad de AUCH. Sugerida para niños a partir de 7 años.


Jueves 24 de mayo


9:30 horas
Salón Rojo: presentación del libro ¿Y la pelota?, de Susana Olaondo. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4 años.

14:00 horas
Salón Rojo: presentación del libro ¿Y la pelota?, de Susana Olaondo. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4 años.

Salón Dorado: a través de los cuentos y novelas de Lía Schenck conoce cómo es el proceso del libro, desde que llega a la editorial y va rumbo a la imprenta. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 6 años.

18:00 horas
Salón Rojo: charla “Herramientas para el uso de los proyectos de lectura en el Aula”, a cargo del maestro y bibliotecario Sebastián Pedrozo. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para docentes.


Viernes 25 de mayo


9:30 horas
Salón Rojo: presentación del libro El joven cuentacuentos, de Ignacio Martínez. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 7 años.

Salón Dorado: presentación del libro ¡Huákala! a los miedos, de Sergio López y Pantana. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4 años.

10:30 horas
Salón Rojo: presentación de los libros Perico, de Juan José Morosoli, y Buscabichos, de Julio César Da Rosa. Contaremos con la presencia de sus ilustradores, Maca y Denisse Torena. Colección A volar. Ediciones de la Banda Oriental. Actividad sugerida para niños de 4.º a 6.º año.

Salón Dorado: presentación del libro Facundo curioso. El gran viaje celeste. Uruguayos Campeones 1924, de Walter Pernas. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 6.º año.

14:00 horas
Salón Dorado: presentación del libro Facundo curioso. El gran viaje celeste. Uruguayos Campeones 1924, de Walter Pernas. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 6.º año.

Salón Rojo: presentación del libro Un avión aterriza donde puede, de Lía Schenck y Pantana. Colección A volar. Ediciones de la Banda Oriental. Actividad sugerida para niños de 1.º a 3er año.

15:00 horas
Salón Dorado: presentación de Tomasa. Obra ganadora del Premio Sigmar Mosca de Literatura infantil y juvenil 2012. Mosca Hnos. Actividad sugerida para niños de 4.º, 5.º, 6.º año escolar y 1er año CBU.

Salón Rojo: presentación del libro ¡Huákala! a los miedos, de Sergio López y Pantana. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4 años.


Sábado 26 de mayo


11:00 horas
Salón Dorado: entrega de Premios Pearson 2012 (bienvenida a la profesión docente a egresados de Inglés IPA y CERP de todo el país). Actividad de Pearson Education Uruguay.

15:00 a 16:00 horas
Salón Dorado: lanzamiento del Bibliobus. División Promoción Cultural. Intendencia de Montevideo.

 17:00 horas
Salón Rojo: encuentro con Cecilia Curbelo, autora de La decisión de Camila y Las dos caras de Sofía. Charla, fotos, firma de ejemplares. Random House Mondadori. Actividad sugerida para niños a partir de 10 años.

Stand de Editorial Fin de Siglo: con motivo del Día del Libro, autores de la colección Montaña Errante estarán presentes en el stand para charlar con sus lectores y firmar autógrafos. Actividad de Editorial Fin de Siglo. Sugerida para todos los niños y jóvenes.


Lunes 28 de mayo


9:30 horas
Salón Rojo: presentación del libro Farah y otros cuentos, de Ignacio Martínez. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 10 años.

10:30 horas
Salón Rojo: presentación del libro El recreo de los bichos, de Luciana García y Verónica Leite. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4 años.
 
14:00 horas
Salón Rojo: presentación del libro El recreo de los bichos, de Luciana García y Verónica Leite. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4 años.

Salón Dorado: charla con el autor Germán Machado acerca de su novela Tamanduá Killer, ganadora del Premio Bartolomé Hidalgo 2011 en la categoría Literatura Infantil-Juvenil. Editorial Fin de Siglo. Actividad recomendada para niños a partir de 9 años.



Martes 29 de mayo


9:30 horas
Salón Rojo: a través de los cuentos y novelas de Lía Schenck conoce cómo es el proceso del libro, desde que llega a la editorial y va rumbo a la imprenta. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 6 años.

10:30 horas
Salón Rojo: Presentación de los libros Perico, de Juan José Morosoli, y Buscabichos, de Julio César Da Rosa. Contaremos con la presencia de sus ilustradores, Maca y Denisse Torena. Colección A volar. Ediciones de la Banda Oriental. Actividad sugerida para niños de 4.º a 6.º año.

Salón Dorado: presentación de La leyenda de Laridia, de Marcos Vázquez, autor de Imaginarius, y lanzamiento del concurso de ilustraciones. Ediciones Trilce. Actividad sugerida a escolares a partir de 4.º año y liceales hasta 3er año.

14:00 horas
Salón Dorado: charla con Magdalena Helguera sobre las aventuras de Mariana en El jabón no muerde, y de Alejandro en Sombras bajo mi cama. Ediciones Trilce. Actividad sugerida para escolares entre 1er y 4.º año.

Salón Azul: presentación del libro Nuestro Planeta, Natacha, de Luis Pescetti. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4.º año.

Salón Rojo: charla con la autora Viviana Bordón, que propondrá divertidos juegos en torno a su novela Gastón y las tres llaves de oro, ganadora del 1er Premio en el Concurso Infantil-Juvenil 20 años de Fin de Siglo. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 8 años.

15:00 horas
Salón Rojo: presentación de los libros La octava cerradura, de Germán Machado y Fernando de la Iglesia, y Cuando el temible tigre, de Virginia Brown y Matías Acosta. Colección A volar. Ediciones de la Banda Oriental. Actividad sugerida para niños de 3er a 6.º año.

17:00 horas
Salón Dorado: Aloha, Maco, Belerofonte. Publicado en diciembre de 2011. Actividad de AUCH. Sugerida para liceales.

18:00 a 20:00 horas
Salón Dorado: Mesa 1 - Primer Encuentro de escritores e ilustradores de literatura infantil de la región.


Miércoles 30 de mayo


9:30 horas
Salón Rojo: escribe tu propio cuento junto a la escritora Gabriela Armand Ugon. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 9 años.

10:30 horas
Salón Azul: presentación del libro Nuestro Planeta, Natacha, de Luis Pescetti. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4.º año.

Salón Dorado: presentación de Guidaí en un duelo a muerte, de Adriana Cabrera Esteve. Ediciones Trilce. Actividad sugerida para escolares a partir de 4.º año y liceales hasta 3er año.

14:00 horas
Salón Rojo: presentación del libro La motocicleta voladora de la abuela Mona, de Sandra Viglione. Mención en el 1er Concurso de Novela Infantil-Juvenil 20 años de Fin de Siglo. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 8 años.

Salón Dorado: presentación de La leyenda de Laridia, de Marcos Vázquez, autor de Imaginarius, y lanzamiento del concurso de ilustraciones. Ediciones Trilce. Actividad sugerida a escolares a partir de 4.º año y liceales hasta 3er año.

18:00 a 20:00 horas
Salón Dorado: Mesa 2 - Primer Encuentro de escritores e ilustradores de literatura infantil de la región.

 
Jueves 31 de mayo


9:30 horas
Salón Rojo: presentación del libro Los Mellis. Un partido especial, de Daniel Baldi. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida a partir de 6.º año.

14:00 horas
Salón Rojo: presentación del libro Los Mellis. Un partido especial, de Daniel Baldi. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida a partir de 6.º año.

Salón Dorado: presentación del libro Deleite, de Marcelo Capalbo, exjugador de básquetbol y actual entrenador de Aguada. Editorial Fin de Siglo. Actividad sugerida para niños a partir de 11 años.

15:00 horas
Salón  Rojo: “Voces para una identidad en la Literatura Infantil Uruguaya.” Actividad de A.U.L.I. y Rumbo editorial. Charla con ilustraciones de la Dra. Sylvia Puentes de Oyenard y Taller Quipus. Actividad para niños de 5.º año.

18:00 a 20:00 horas
Salón Dorado: Mesa 3 - Primer Encuentro de escritores e ilustradores de literatura infantil de la región.


Viernes 1.º de junio


9:30 horas
Salón Azul: presentación del libro Ruperto y las vacaciones siniestras, de Roy Berocay. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4.º año.

10:30 horas
Salón Dorado: Treinta y Tres en la Literatura Infantil.

Actividad de A.U.L.I. compartida con los niños de 6° año  del Colegio Richard Anderson. Coordina Experta en Literatura Infantil María Di Lorenzi.

14:00 horas
Salón Azul: presentación del libro Ruperto y las vacaciones siniestras, de Roy Berocay. Alfaguara infantil juvenil. Actividad sugerida para niños a partir de 4.º año.

17:00 horas
Salón Dorado: presentación de los cómics de Max Aguirre, Jim, Jam y el otro y Alina y Aroldo, de Editorial Pictus. Actividad de Aletea. Sugerida para adolescentes


Fuentes: RINCÓN DEL LIBRO
               GARABATOS Y RINGORRANGOS 

Gracias a Gabriela y Germán por la información.

1 may 2012

ACTIVIDADES LIJ EN MONTEVIDEO- MAYO


19 y 20 de Mayo 2012
Complejo Cultural Plaza
 


23 de mayo 2012
15 hs.
Biblioteca María Stagnero de Munar (Castillito del Parque Rodó)
Herrera y Reissig y Gonzalo Ramírez
Taller sobre Soldadito de viento (Editorial ¡Más Pimienta!)



 23 de mayo al 3 de junio 2012
12a FERIA DEL LIBRO INFANTIL Y JUVENIL
Atrio de la Intendencia Municipal de Montevideo
Programa

25 Mayo 2012           
15:30 hs 
Centro Cultural de España (Rincón 629)
TÍTERES - LEER, UNA FIESTA

En el Día Nacional del Libro, una obra sobre Basilio, un viejito que adora leer, vive en las bibliotecas o lugares donde encuentre material para leer y soñar. A cargo de Títeres La Gotera.
 


26 Mayo 2012   uyoiuoiuo fakfrkgtrkyhklkhgjkuyiuoiuioipuop9pìo+p`+p`+pp nnnnnnnnnn 
A partir de las 10.30 hs
Centro de Montevideo
ACTIVIDADES POR EL DÍA NACIONAL DEL LIBRO



15:00 hs  
Centro Cultural de España (Rincón 629)
PRESENTACIÓN DE LIBRO + TÍTERES

¿Y esto qué es? En el marco del Día Nacional del Libro, la editorial ¡Mas Pimienta! en su primer cumpleaños presenta el libro ¿Y esto qué es?, de la mano de su autor, Sergio López Suárez. 



Ampliaremos...

30 mar 2012

EL PROBLEMA DE LA LEGITIMACIÓN Y EL CANON EN LA LIJ URUGUAYA

Marianne Moore

Así se titula un artículo que escribí para una revista académica de Uruguay. Tengo mis dudas que lo acepten, pues el título lo dice todo. En todo caso, espero publicarlo por aquí pronto para escuchar opiniones. Y ya estoy trabajando en otro artículo sobre el papel de la UDELAR en la difusión de la LIJ. Como adelanto recomiendo firmemente el artículo de Pedro C. Cerrillo (a quien le interese el tema): "Literatura infantil y Universidad".


27 mar 2012

CUANDO EL DIABLO PERDIÓ EL PONCHO de Luis Neira



Entre estrellas y bichitos de luz, que le daban cierto misterio a la noche veraniega, la
conversación de don Domingo Pereira languidecía en una historia de poco interés.
El moreno viejo miró hacia la espesura del monte como si de pronto hubiese percibido
algo extraño, dejando en suspenso el relato.
Nosotros miramos también hacia el lugar, pero ya sabíamos que eso era sólo un recurso
para recuperar nuestro interés en la conversación.
Después del quiebre, siguió contando, buscando el hilo que rescatara nuestro interés.
- Esto me hace acordar –dijo- a una vez que yo andaba tropeando por allá, por donde
el diablo perdió el poncho...
- ¿Qué el diablo perdió el poncho..? –pregunté picado por la curiosidad, pero más que
nada por darle pie a que contara una nueva historia.
- Sí, ¿no sabías que una vez perdió el poncho, lejísimo de acá? –dijo el moreno viejo-
Y nunca oíste decir, cuando algo está lejos, que es “por donde el diablo perdió el
poncho”.
- ¿Y cómo fue que lo perdió?
- Fue a causa de un moreno, tan ingenuo como mal “arriado”, que se llamaba Policarpo
- Cuente, cuente –insistimos todos.
Entonces Pereira contó así:
- Policarpo era un enloquecido por la música, especialmente por la guitarra. Boliche
donde había guitarrero, era boliche donde se pegaba hasta el amanecer. Muchas
veces quiso aprender a tocar la guitarra, pero era tan duro de oídos como de dedos,
que todos los intentos de aprendizaje habían fracasado.
En cierta ocasión le dijeron que podía aprender a tocar la guitarra en un solo día.
Para eso tenía que esperar a un viernes santo y clocarse abajo de una higuera.
La creencia dice que ese es “el día que florece la higuera” y aquel que se coloca y la
ve florecer, queda loco.
El consejo era malintencionado, pero Policarpo, en sus ganas de aprender a tocar la
guitarra, no tuvo miedo.
Policarpo esperó ansioso la llegada del viernes santo y el día señalado se colocó debajo
de la higuera y esperó.
Hacía mucho frío y, cerca de la media noche, se le apareció un emponchado. Era el
mismo diablo en persona.
- Yo te enseñaré a tocar la guitarra –le dijo el Malo.- y para el otro viernes santo
serás guitarrero. Pero la condición es que a cambio de la enseñanza, que no es cosa
fácil, tratándose de un moreno duro de oído como vos, metas las manos en un
hormiguero, para lograr agilidad en los dedos, y digas tres veces:
- Por mi alma que es del Lucifer, quiero tocar la guitarra
Le dijo además que cuando eso se cumpliera lo esperara junto a la primera cruz del camino
para entregarle el alma y que ya sabría tocar la guitarra.
Hacía todo lo que el diablo le ordenaba, pero la gente se reía de él porque se daban cuanta
que aprender a tocar la guitarra en un solo día le era un imposible.
Y pasó un año y no aprendió nada, sólo consiguió un montón de ronchas y ardores por las
picaduras de las hormigas.
Y llegó el viernes santo del año siguiente y el aprendiz de guitarrero salió buscando una
cruz en el camino para encontrarse con el diablo y pedirle cuentas.
Pero como no encontró ninguna cruz en el camino, sentó sobre una cabeza de vaca y se
puso a pulsar la guitarra.
Entonces, en la fría noche se apareció el emponchado, galopando en un extraño bicho,
decidido a llevarse el alma del moreno.
Ni bien desmontó, se fue derechito a pedirle el alma, pero Policarpo que estaba enojadísimo
y no era nada manso, ni dejaba que se burlaran de él, sacó su facón y empezó a correrlo.
Al verlo tan enojado, el mandinga intentó huir, pero Policarpo lo agarró del poncho y para
desprenderse del bravo gaucho, no tuvo más remedio que dejar el poncho en manos de
Policarpo que cinchaba y cinchaba.
- Y así fue como el diablo perdió el poncho, en un lugar lejísimo –concluyo don
Domingo Pereira.
Y todos nos fuimos a dormir.





de Cuentos del folklore mágico del Uruguay




Datos biográficos del autor

28 feb 2012

EL ARBOL TACITURNO de Alfredo Mario Ferreiro

Ilustración de Rofusz Kinga


El árbol tenía un letrero
que solo los pájaros podían leer:
se alquilan ramas para nidos,
decían las letras,
que un hombre no habría podido
leer.

A pesar del anuncio,
ningún pájaro vino
a hacer su nido
en este árbol, que muere
de tristeza,
gacha la cabeza
al borde del camino.
 
Alfredo M. Ferreiro

17 feb 2012

LAVANDO NUBES de Alfredo Mario Ferreiro

Ilustración de Gabriel Pacheco
          


                    El viento está lavando las nubes.
Toma una nave negra,
la empapa en lluvia,
la retuerce enseguida,
la golpea contra el molino,
nos moja el campo,
lava el cielo,
y sale la nube blanca
de negra que era,
para ir a colgarse
en el hilo del horizonte,
a secarse.


30 ene 2012

JUAN DARIÉN de Horacio Quiroga


Aquí se cuenta la historia de un tigre que se crió y educó entre los hombres, y que se llamaba Juan Darién. Asistió cuatro años a la escuela vestido de pantalón y camisa, y dio sus lecciones correctamente, aunque era un tigre de las selvas; pero esto se debe a que su figura era de hombre, conforme se narra en las siguientes líneas.
Una vez, a principio de otoño, la viruela visitó un pueblo de un país lejano y mató a muchas personas. Los hermanos perdieron a sus hermanitas, y las criaturas que comenzaban a caminar quedaron sin padre ni madre. Las madres perdieron a su vez a sus hijos, y una pobre mujer joven y viuda llevó ella misma a enterrar a su hijito, lo único que tenía en este mundo. Cuando volvió a su casa, se quedó sentada pensando en su chiquillo. Y murmuraba:
-Dios debía haber tenido más compasión de mí, y me ha llevado a mi hijo. En el cielo podrá haber ángeles, pero mi hijo no los conoce. Y a quien él conoce bien es a mí, ¡pobre hijo mío!
Y miraba a lo lejos, pues estaba sentada en el fondo de su casa, frente a un portoncito donde se veía la selva.
Ahora bien; en la selva había muchos animales feroces que rugían al caer la noche y al amanecer. Y la pobre mujer, que continuaba sentada, alcanzó a ver en la oscuridad una cosa chiquita y vacilante que entraba por la puerta, como un gatito que apenas tuviera fuerzas para caminar. La mujer se agachó y levantó en las manos un tigrecito de pocos días, pues aún tenía los ojos cerrados. Y cuando el mísero cachorro sintió el contacto de las manos, runruneó de contento, porque ya no estaba solo. La madre tuvo largo rato suspendido en el aire aquel pequeño enemigo de los hombres, a aquella fiera indefensa que tan fácil le hubiera sido exterminar. Pero quedó pensativa ante el desvalido cachorro que venía quién sabe de dónde y cuya madre con seguridad había muerto. Sin pensar bien en lo que hacía llevó al cachorrito a su seno y lo rodeó con sus grandes manos. Y el tigrecito, al sentir el calor del pecho, buscó postura cómoda, runruneó tranquilo y se durmió con la garganta adherida al seno maternal.
La mujer, pensativa siempre, entró en la casa. Y en el resto de la noche, al oír los gemidos de hambre del cachorrito, y al ver cómo buscaba su seno con los ojos cerrados, sintió en su corazón herido que, ante la suprema ley del Universo, una vida equivale a otra vida.
Y dio de mamar al tigrecito.
El cachorro estaba salvado, y la madre había hallado un inmenso consuelo. Tan grande su consuelo, que vio con terror el momento en que aquél le sería arrebatado, porque si se llegaba a saber en el pueblo que ella amamantaba a un ser salvaje, matarían con seguridad a la pequeña fiera. ¿Qué hacer? El cachorro, suave y cariñoso -pues jugaba con ella sobre su pecho- era ahora su propio hijo.
En estas circunstancias, un hombre que una noche de lluvia pasaba corriendo ante la casa de la mujer, oyó un gemido áspero -el ronco gemido de las fieras que, aún recién nacidas, sobresaltan al ser humano-. El hombre se detuvo bruscamente, y mientras buscaba a tientas el revólver, golpeó la puerta. La madre, que había oído los pasos, corrió loca de angustia a ocultar el tigrecito en el jardín. Pero su buena suerte quiso que al abrir la puerta del fondo se hallara ante una mansa, vieja y sabia serpiente que le cerraba el paso. La desgraciada mujer iba a gritar de terror, cuando la serpiente habló así:
-Nada temas, mujer -le dijo-. Tu corazón de madre te ha permitido salvar una vida del Universo, donde todas las vidas tienen el mismo valor. Pero los hombres no te comprenderán, y querrán matar a tu nuevo hijo. Nada temas, ve tranquila. Desde este momento tu hijo tiene forma humana; nunca lo reconocerán. Forma su corazón, enséñale a ser bueno como tú, y él no sabrá jamás que no es hombre. A menos... a menos que una madre de entre los hombres lo acuse; a menos que una madre no le exija que devuelva con su sangre lo que tú has dado por él, tu hijo será siempre digno de tí. Ve tranquila, madre, y apresúrate, que el hombre va a echar la puerta abajo.
Y la madre creyó a la serpiente, porque en todas las religiones de los hombres la serpiente conoce el misterio de las vidas que pueblan los mundos. Fue, pues, corriendo a abrir la puerta, y el hombre, furioso, entró con el revólver en la mano y buscó por todas partes sin hallar nada. Cuando salió, la mujer abrió, temblando, el rebozo bajo el cual ocultaba al tigrecito sobre su seno, y en su lugar vio a un niño que dormía tranquilo. Traspasada de dicha, lloró largo rato en silencio sobre su salvaje hijo hecho hombre; lágrimas de gratitud que doce años más tarde ese mismo hijo debía pagar con sangre sobre su tumba.
Pasó el tiempo. El nuevo niño necesitaba un nombre: se le puso Juan Darién. Necesitaba alimentos, ropa, calzado: se le dotó de todo, para lo cual la madre trabajaba día y noche. Ella era aún muy joven, y podría haberse vuelto a casar, si hubiera querido; pero le bastaba el amor entrañable de su hijo, amor que ella devolvía con todo su corazón.
Juan Darién era, efectivamente, digno de ser querido: noble, bueno y generoso como nadie. Por su madre, en particular, tenía una veneración profunda. No mentía jamás. ¿Acaso por ser un ser salvaje en el fondo de su naturaleza? Es posible; pues no se sabe aún qué influencia puede tener en un animal recién nacido la pureza de un alma bebida con la leche en el seno de una santa mujer.
Tal era Juan Darién. E iba a la escuela con los chicos de su edad, los que se burlaban a menudo de él, a causa de su pelo áspero y su timidez. Juan Darién no era muy inteligente; pero compensaba esto con su gran amor al estudio.
Así las cosas, cuando la criatura iba a cumplir diez años, su madre murió. Juan Darién sufrió lo que no es decible, hasta que el tiempo apaciguó su pena. Pero fue en adelante un muchacho triste, que sólo deseaba instruirse.
Algo debemos confesar ahora: a Juan Darién no se le amaba en el pueblo. La gente de los pueblos encerrados en la selva no gustan de los muchachos demasiado generosos y que estudian con toda el alma. Era, además, el primer alumno de la escuela. Y este conjunto precipitó el desenlace con un acontecimiento que dio razón a la profecía de la serpiente.
Aprontábase el pueblo a celebrar una gran fiesta, y de la ciudad distante habían mandado fuegos artificiales. En la escuela se dio un repaso general a los chicos, pues un inspector debía venir a observar las clases. Cuando el inspector llegó, el maestro hizo dar la lección al primero de todos: a Juan Darién. Juan Darién era el alumno más aventajado; pero con la emoción del caso, tartamudeó y la lengua se le trabó con un sonido extraño. El inspector observó al alumno un largo rato, y habló en seguida en voz baja con el maestro.
-¿Quién es ese muchacho? -le preguntó-. ¿De dónde ha salido?
-Se llama Juan Darién -respondió el maestro- y lo crió una mujer que ya ha muerto; pero nadie sabe de dónde ha venido.
-Es extraño, muy extraño... -murmuró el inspector, observando el pelo áspero y el reflejo verdoso que tenían los ojos de Juan Darién cuando estaba en la sombra.
El inspector sabía que en el mundo hay cosas mucho más extrañas que las que nadie puede inventar, y sabía al mismo tiempo que con preguntas a Juan Darién nunca podría averiguar si el alumno había sido antes lo que él temía: esto es, un animal salvaje. Pero así como hay hombres que en estados especiales recuerdan cosas que les han pasado a sus abuelos, así era también posible que, bajo una sugestión hipnótica, Juan Darién recordara su vida de bestia salvaje. Y los chicos que lean esto y no sepan de qué se habla, pueden preguntarlo a las personas grandes.
Por lo cual el inspector subió a la tarima y habló así:
-Bien, niño. Deseo ahora que uno de ustedes nos describa la selva. Ustedes se han criado casi en ella y la conocen bien. ¿Cómo es la selva? ¿Qué pasa en ella? Esto es lo que quiero saber. Vamos a ver, tú -añadió dirigiéndose a un alumno cualquiera-. Sube a la tarima y cuéntanos lo que hayas visto.
El chico subió, y aunque estaba asustado, habló un rato. Dijo que en el bosque hay árboles gigantes, enredaderas y florecillas. Cuando concluyó, pasó otro chico a la tarima, después otro. Y aunque todos conocían bien la selva, respondieron lo mismo, porque los chicos y muchos hombres no cuentan lo que ven, sino lo que han leído sobre lo mismo que acaban de ver. Y al fin el inspector dijo:
-Ahora le toca al alumno Juan Darién.
Juan Darién subió a la tarima, se sentó y dijo más o menos lo que los otros. Pero el inspector, poniéndole la mano sobre el hombro, exclamó:
-No, no. Quiero que tú recuerdes bien lo que has visto. Cierra los ojos.
Juan Darién cerró los ojos.
-Bien -prosiguió el inspector-. Dime lo que ves en la selva.
Juan Darién, siempre con los ojos cerrados, demoró un instante en contestar.
-No veo nada -dijo al fin.
-Pronto vas a ver. Figurémonos que son las tres de la mañana, poco antes del amanecer. Hemos concluido de comer, por ejemplo... estamos en la selva, en la oscuridad... Delante de nosotros hay un arroyo... ¿Qué ves?
Juan Darién pasó otro momento en silencio. Y en la clase y en el bosque próximo había también un gran silencio. De pronto Juan Darién se estremeció, y con voz lenta, como si soñara, dijo:
-Veo las piedras que pasan y las ramas que se doblan. .. Y el suelo. .. Y veo las hojas secas que se quedan aplastadas sobre las piedras...
-¡Un momento! -le interrumpió el inspector-. Las piedras y las hojas que pasan: ¿a qué altura las ves?
El inspector preguntaba esto porque si Juan Darién estaba "viendo" efectivamente lo que él hacía en la selva cuando era animal salvaje e iba a beber después de haber comido, vería también que las piedras que encuentra un tigre o una pantera que se acercan muy agachados al río pasan a la altura de los ojos. Y repitió:
-¿A qué altura ves las piedras?
Y Juan Darién, siempre con los ojos cerrados, respondió:
-Pasan sobre el suelo. . . Rozan las orejas. . . Y las hojas sueltas se mueven con el aliento... Y siento la humedad del barro en...
La voz de Juan Darién se cortó.
-¿En dónde? -preguntó con voz firme el inspector- ¿Dónde sientes la humedad del agua?
-¡En los bigotes!-dijo con voz ronca Juan Darién, abriendo los ojos espantado.
Comenzaba el crepúsculo, y por la ventana se veía cerca la selva ya lóbrega. Los alumnos no comprendieron lo terrible de aquella evocación; pero tampoco se rieron de esos extraordinarios bigotes de Juan Darién, que no tenía bigote alguno. Y no se rieron, porque el rostro de la criatura estaba pálido y ansioso.
La clase había concluido. El inspector no era un mal hombre; pero, como todos los hombres que viven muy cerca de la selva, odiaba ciegamente a los tigres; por lo cual dijo en voz baja al maestro:
-Es preciso matar a Juan Darién. Es una fiera del bosque, posiblemente un tigre. Debemos matarlo, porque si no, él, tarde o temprano, nos matará a todos. Hasta ahora su maldad de fiera no ha despertado; pero explotará un día u otro, y entonces nos devorará a todos, puesto que le permitimos vivir con nosotros. Debemos, pues, matarlo. La dificultad está en que no podemos hacerlo mientras tenga forma humana, porque no podremos probar ante todos que es un tigre. Parece un hombre, y con los hombres hay que proceder con cuidado. Yo sé que en la ciudad hay un domador de fieras. Llamémoslo, y él hallará modo de que Juan Darién vuelva a su cuerpo de tigre. Y aunque no pueda convertirlo en tigre, las gentes nos creerán y podremos echarlo a la selva. Llamemos en seguida al domador, antes que Juan Darién se escape.
Pero Juan Darién pensaba en todo, menos en escaparse, porque no se daba cuenta de nada. ¿Cómo podía creer que él no era hombre, cuando jamás había sentido otra cosa que amor a todos, y ni siquiera tenía odio a los animales dañinos?
Mas las voces fueron corriendo de boca en boca, y Juan Darién comenzó a sufrir sus efectos. No le respondían una palabra, se apartaban vivamente a su paso, y lo seguían desde lejos de noche.
-¿Qué tendré? ¿Por qué son así conmigo? -se preguntaba Juan Darién.
Y ya no solamente huían de él, sino que los muchachos le gritaban:
-¡Fuera de aquí! ¡Vuélvete donde has venido! ¡Fuera!
Los grandes también, las personas mayores, no estaban menos enfurecidas que los muchachos. Quién sabe qué llega a pasar si la misma tarde de la fiesta no hubiera llegado por fin el ansiado domador de fieras. Juan Darién estaba en su casa preparándose la pobre sopa que tomaba, cuando oyó la gritería de las gentes que avanzaban precipitadas hacia su casa. Apenas tuvo tiempo de salir a ver qué era: Se apoderaron de él, arrastrándolo hasta la casa del domador.
-¡Aquí está! -gritaban, sacudiéndolo- ¡Es éste! ¡Es un tigre! ¡No queremos saber nada con tigres! ¡Quítele su figura de hombre y lo mataremos!
Y los muchachos, sus condiscípulos a quienes más quería, y las mismas personas viejas, gritaban:
-¡Es un tigre! ¡Juan Darién nos va a devorar! ¡Muera Juan Darién!
Juan Darién protestaba y lloraba porque los golpes llovían sobre él, y era una criatura de doce años. Pero en ese momento la gente se apartó, y el domador, con grandes botas de charol, levita roja y un látigo en la mano, surgió ante Juan Darién. E1 domador lo miró fijamente, y apretó con fuerza el puño del látigo.
-¡Ah! -exclamó-. ¡Te reconozco bien! ¡A todos puedes engañar, menos a mí! ¡Te estoy viendo, hijo de tigres! ¡Bajo tu camisa estoy viendo las rayas del tigre! ¡Fuera la camisa, y traigan los perros cazadores! ¡Veremos ahora si los perros te reconocen como hombre o como tigre!
En un segundo arrancaron toda la ropa a Juan Darién y lo arrojaron dentro de la jaula para fieras.
-¡Suelten los perros, pronto! -gritó el domador-. ¡Y encomiéndate a los dioses de tu selva, Juan Darién!
Y cuatro feroces perros cazadores de tigres fueron lanzados dentro de la jaula.
El domador hizo esto porque los perros reconocen siempre el olor del tigre; y en cuanto olfatearan a Juan Darién sin ropa, lo harían pedazos, pues podrían ver con sus ojos de perros cazadores las rayas de tigre ocultas bajo la piel de hombre.
Pero los perros no vieron otra cosa en Juan Darién que el muchacho bueno que quería hasta a los mismos animales dañinos. Y movían apacibles la cola al olerlo
-¡Devóralo! ¡Es un tigre! ¡Toca! ¡Toca! -gritaban a los perros-. Y los perros ladraban y saltaban enloquecidos por la jaula, sin saber a qué atacar.
La prueba no había dado resultado.
-¡Muy bien! -exclamó entonces el domador-. Estos son perros bastardos, de casta de tigre. No le reconocen. Pero yo te reconozco, Juan Darién, y ahora nos vamos a ver nosotros.
Y así diciendo entró él en la jaula y levantó el látigo.
-¡Tigre! -gritó-. ¡Estás ante un hombre, y tú eres un tigre! ¡Allí estoy viendo, bajo tu piel robada de hombre, las rayas de tigre! ¡Muestra las rayas!
Y cruzó el cuerpo de Juan Darién de un feroz latigazo. La pobre criatura desnuda lanzó un alarido de dolor, mientras las gentes, enfurecidas, repetían.
-¡Muestra las rayas de tigre!
Durante un rato prosiguió el atroz suplicio; y no deseo que los niños que me oyen vean martirizar de este modo a ser alguno.
-¡Por favor! ¡Me muero! -clamaba Juan Darién.
-¡Muestra las rayas! -le respondían.
Por fin el suplicio concluyó. En el fondo de la jaula, arrinconado, aniquilado en un rincón, sólo quedaba su cuerpecito sangriento de niño, que había sido Juan Darién. Vivía aún, y aún podía caminar cuando se le sacó de allí; pero lleno de tales sufrimientos como nadie los sentirá nunca.
Lo sacaron de la jaula, y empujándolo por el medio de la calle, lo echaban del pueblo. Iba cayéndose a cada momento, y detrás de él iban los muchachos, las mujeres y los hombres maduros, empujándolo.
-¡Fuera de aquí, Juan Darién! ¡Vuélvete a la selva, hijo de tigre y corazón de tigre! ¡Fuera, Juan Darién!
Y los que estaban lejos y no podían pegarle, le tiraban piedras.
Juan Darién cayó del todo, por fin, tendiendo en busca de apoyo sus pobres manos de niño. Y su cruel destino quiso que una mujer, que estaba parada a la puerta de su casa sosteniendo en los brazos a una inocente criatura, interpretara mal ese ademán de súplica.
-¡Me ha querido robar a mi hijo! -gritó la mujer-. ¡Ha tendido las manos para matarlo! ¡Es un tigre! ¡Matémosle en seguida, antes que él mate a nuestros hijos!
Así dijo la mujer. Y de este modo se cumplía la profecía de la serpiente: Juan Darién moriría cuando una madre de los hombres le exigiera la vida y el corazón de hombre que otra madre le había dado con su pecho.
No era necesaria otra acusación para decidir a las gentes enfurecidas. Y veinte brazos con piedras en la mano se levantaban ya para aplastar a Juan Darién cuando el domador ordenó desde atrás con voz ronca:
-¡Marquémoslo con rayas de fuego! ¡Quemémoslo en los fuegos artificiales!
Ya comenzaba a oscurecer, y cuando llegaron a la plaza era noche cerrada. En la plaza habían levantado un castillo de fuegos de artificio, con ruedas, coronas y luces de bengala. Ataron en lo alto del centro a Juan Darién, y prendieron la mecha desde un extremo. El hilo de fuego corrió velozmente subiendo y bajando, y encendió el castillo entero. Y entre las estrellas fijas y las ruedas gigantes de todos colores, se vio allá arriba a Juan Darién sacrificado.
-¡Es tu último día de hombre, Juan Darién! -clamaban todos-. ¡Muestra las rayas!
-¡Perdón, perdón! -gritaba la criatura, retorciéndose entre las chispas y las nubes de humo. Las ruedas amarillas, rojas y verdes giraban vertiginosamente, unas a la derecha y otras a la izquierda. Los chorros de fuego tangente trazaban grandes circunferencias; y en el medio, quemado por los regueros de chispas que le cruzaban el cuerpo, se retorcía Juan Darién.
-¡Muestra las rayas! -rugían aún de abajo.
-¡No, perdón! ¡Yo soy hombre! -tuvo aún tiempo de clamar la infeliz criatura. Y tras un nuevo surco de fuego, se pudo ver que su cuerpo se sacudía convulsivamente; que sus gemidos adquirían un timbre profundo y ronco; y que su cuerpo cambiaba poco a poco de forma. Y la muchedumbre, con un grito salvaje de triunfo, pudo ver surgir por fin, bajo la piel del hombre, las rayas negras, paralelas y fatales del tigre.
La atroz obra de crueldad se había cumplido; habían conseguido lo que querían. En vez de la criatura inocente de toda culpa, allá arriba no había sino un cuerpo de tigre que agonizaba rugiendo.
Las luces de bengala se iban también apagando. Un último chorro de chispas con que moría una rueda alcanzó la soga atada a las muñecas (no: a las patas del tigre, pues Juan Darién había concluido), y el cuerpo cayó pesadamente al suelo. Las gentes lo arrastraron hasta la linde del bosque, abandonándolo allí para que los chacales devoraran su cadáver y su corazón de fiera.
Pero el tigre no había muerto. Con la frescura nocturna volvió en sí, y arrastrándose presa de horribles tormentos se internó en la selva. Durante un mes entero no abandonó su guarida en lo más tupido del bosque, esperando con sombría paciencia de fiera que sus heridas curaran. Todas cicatrizaron por fin, menos una, una profunda quemadura en el costado, que no cerraba, y que el tigre vendó con grandes hojas.
Porque había conservado de su forma recién perdida tres cosas: el recuerdo vivo del pasado, la habilidad de sus manos, que manejaba como un hombre, y el lenguaje. Pero en el resto, absolutamente en todo, era una fiera, que no se distinguía en lo más mínimo de los otros tigres.
Cuando se sintió por fin curado, pasó la voz a los demás tigres de la selva para que esa misma noche se reunieran delante del gran cañaveral que lindaba con los cultivos. Y al entrar la noche se encaminó silenciosamente al pueblo. Trepó a un árbol de los alrededores y esperó largo tiempo inmóvil. Vio pasar bajo él sin inquietarse a mirar siquiera, pobres mujeres y labradores fatigados, de aspecto miserable; hasta que al fin vio avanzar por el camino a un hombre de grandes botas y levita roja.
El tigre no movió una sola ramita al recogerse para saltar. Saltó sobre el domador; de una manotada lo derribó desmayado, y cogiéndolo entre los dientes por la cintura, lo llevó sin hacerle daño hasta el juncal.
Allí, al pie de las inmensas cañas que se alzaban invisibles, estaban los tigres de la selva moviéndose en la oscuridad, y sus ojos brillaban como luces que van de un lado para otro. El hombre proseguía desmayado. El tigre dijo entonces:
-Hermanos: Yo viví doce años entre los hombres, como un hombre mismo. Y yo soy un tigre. Tal vez pueda con mi proceder borrar más tarde esta mancha. Hermanos: esta noche rompo el último lazo que me liga al pasado.
Y después de hablar así, recogió en la boca al hombre, que proseguía desmayado, y trepó con él a lo más alto del cañaveral, donde lo dejó atado entre dos bambúes. Luego prendió fuego a las hojas secas del suelo, y pronto una llamarada crujiente ascendió. Los tigres retrocedían espantados ante el fuego. Pero el tigre les dijo: "¡Paz, hermanos!", y aquéllos se apaciguaron, sentándose de vientre con las patas cruzadas a mirar.
El juncal ardía como un inmenso castillo de artificio. Las cañas estallaban como bombas, y sus gases se cruzaban en agudas flechas de color. Las llamaradas ascendían en bruscas y sordas bocanadas, dejando bajo ella lívidos huecos; y en la cúspide, donde aún no llegaba el fuego, las cañas se balanceaban crispadas por el calor.
Pero el hombre, tocado por las llamas, había vuelto en sí. Vio allá abajo a los tigres con los ojos cárdenos alzados a él, y lo comprendió todo.
-¡Perdón, perdóname! -aulló retorciéndose-. ¡Pido perdón por todo!
Nadie contestó. El hombre se sintió entonces abandonado de Dios, y gritó con toda su alma:
-¡Perdón, Juan Darién!
Al oír esto, Juan Darién alzó la cabeza y dijo fríamente:
-Aquí no hay nadie que se llame Juan Darién. No conozco a Juan Darién. Éste es un nombre de hombre, y aquí somos todos tigres.
Y volviéndose a sus compañeros, como si no comprendiera, preguntó:
-¿Alguno de ustedes se llama Juan Darién?
Pero ya las llamas habían abrasado el castillo hasta el cielo. Y entre las agudas luces de bengala que entrecruzaban la pared ardiente, se pudo ver allá arriba un cuerpo negro que se quemaba humeando.
-Ya estoy pronto, hermanos-dijo el tigre-. Pero aún me queda algo por hacer.
Y se encaminó de nuevo al pueblo, seguido por los tigres sin que él lo notara. Se detuvo ante un pobre y triste jardín, saltó la pared, y pasando al costado de muchas cruces y lápidas, fue a detenerse ante un pedazo de tierra sin ningún adorno, donde estaba enterrada la mujer a quien había llamado madre ocho años. Se arrodilló -se arrodilló como un hombre-, y durante un rato no se oyó nada.
-¡Madre! -murmuró por fin el tigre con profunda ternura-. Tú sola supiste, entre todos los hombres, los sagrados derechos a la vida de todos los seres del Universo. Tú sola comprendiste que el hombre y el tigre se diferencian únicamente por el corazón. Y tú me enseñaste a amar, a comprender, a perdonar. ¡Madre!, estoy seguro de que me oyes. Soy tu hijo siempre, a pesar de lo que pase en adelante pero de ti sólo. ¡Adiós, madre mía!
Y viendo al incorporarse los ojos cárdenos de sus hermanos que lo observaban tras la tapia, se unió otra vez a ellos.
El viento cálido les trajo en ese momento, desde el fondo de la noche, el estampido de un tiro.
-Es en la selva -dijo el tigre-. Son los hombres. Están cazando, matando, degollando.
Volviéndose entonces hacia el pueblo que iluminaba el reflejo de la selva encendida, exclamó:
-¡Raza sin redención! ¡Ahora me toca a mí!
Y retornando a la tumba en que acaba de orar, arrancóse de un manotón la venda de la herida y escribió en la cruz con su propia sangre, en grandes caracteres, debajo del nombre de su madre:
Y
JUAN DARIÉN
-Ya estamos en paz -dijo. Y enviando con sus hermanos un rugido de desafío al pueblo aterrado, concluyó:
-Ahora, a la selva. ¡Y tigre para siempre!


23 ene 2012

CANCION DEL ZAPATO HECHO BARCO de Ernesto Pinto

Ilustración de Olivier Douzou



Con mi zapato ya viejo
Fabriqué un ligero barco.
Le pinté dos rayas verdes
Y un banderín colorado.

Mi velero, fiel al viento.
Flota lento sobre el lago.
Yo pienso que voy arriba
En el puesto de comando.

-¡Dadme mi gorra de estrellas
Y mi traje todo blanco!
¡Esperen los marineros
Las señales de mi mano!

¿Yo me sueño capitán,
Dueño del dulce milagro,
De verme sobre las aguas
Por mi zapato flotando!


Ernesto Pinto
(De "Canción del niño viajero")

Poeta uruguayo nacido en San José en 1908, murió en Montevideo en 1975.

19 ene 2012

MI PROBLEMA CON LOS RELOJES de Mercedes Calvo

 



Tengo un problema con los relojes
que aún no he podido solucionar.
Dice mi madre que el tiempo es oro
siempre se escapa, vuela y se va.
Si hoy yo no atrapo ese tesoro
ya no se puede recuperar.
Vuelan los meses
vuela la vida
y mi reloj
tic – tac
tictac
tic – tac
proclaman
serias agujas
el tiempo vuela
¡a trabajar! Pero sé yo
que otra voz habla en el reloj.
Me habla de un tiempo para soñar
que no se pierde pues siempre está
y aunque lo use y lo vuelva a usar
siempre es posible recomenzar.


Mercedes Calvo
 


Mercedes Calvo x Mercedes Calvo. Nací en Salto, Uruguay, en noviembre de 1949. Lectora de poesía desde muy niña, maestra desde 1971, esas dos actividades marcaron siempre mi vida. En el trabajo docente di especial valoración al desarrollo del lenguaje poético, tanto redactando y llevando a cabo proyectos como realizando publicaciones de trabajos de los niños. Colaboré con artículos sobre esos temas en revistas de actualización docente. Desde 1997 me desempeñé, además, en Educación de Adultos, y desde 1999 como Maestra Correctora del Dpto. de Publicaciones e Impresiones del Consejo de Educación Primaria. Amparada a los beneficios jubilatorios desde 2006, dispongo ahora de tiempo para incrementar la lectura e incursionar en lo que antes realicé, esporádicamente, sólo para mis pequeños alumnos: la escritura de poesía para niños.

12 ene 2012

CANCIONES DE CUNA DEL HOMBRE CON LA LUNA de Juan Cunha




1
Ay, ay, señora Luna;
Señora Doña Blanca

Un aro, yo tenía;
Y tenía una potranca.

No tengo más la una;
Ni el otro, ay, hoy día.

2
(Señora, señora
Escúcheme usté.

Me duele la pena
Yno sé por qué.

Me duele, me duele
Y el por qué no sé)

-Madre, yo tenía poncho;
Golilla, y ancho sombrero.

-Y tenía botas altas.
Y tus espuelas de fierro.

-Y tenía un caballo blanco
Con los cuatro cascos negros.

-Partías con la mañana;
con la tarde, tu regreso

-Te dije adiós. era el alba
Hijo. Y es noche. Y no has vuelto.

3
Señora, ay, la luna:
Callada, fría , y alta.

Ya perdí hasta mi pluma.
Y lo otro me falta.

Ni cosa más tenía.
De noche ni de día.

4
(Señora Santa Ana:
Ay, señora aya.

Se la llame y llame:
Y usted más se calle.

Se le llama ¿siente?
Ay, pero no viene).

5
Señora Doña Luna
Lejana muda y blanca.

Se murió mi lobuna.
La briosa potranca.

Y, de frío, mi perra.
Y, también, mi becerra.



Juan Cunha


Poeta uruguayo nacido en Sauce de Illescas en 1910.
Inició su actividad literaria en plena adolescencia. Autodidacta, asesorado siempre por su compañera,
Wilda Belura,  desarrolló parte de su obra con elementos del surrealismo, mezclando estrofas clásicas con
un estilo propio que identificó siempre sus versos.
Su amplia obra poética se inició en 1929 con el libro  "El Pájaro que vino de la noche", seguido entre otros de  "Guardián oscuro" en 1937, "Cuaderno de nubes" en 1945, "Variación de Rosamía" en 1952, "Niño solo" en 1956,  "Tierra perdida" en 1959, "A eso de la tarde" en 1961, "Pastor perdido" en 1966,  "De cosa en cosa" en 1968, "Palabra cabra desmandada" en 1971, "Enveses y otros reveses" en 1981, "Plurales" en 1984 y "Árboles"  en1985.
Falleció en Montevideo en 1985.


Más de Juan Cunha por aquí

21 nov 2011

A volar, entonces!








La  Colección A volar: Los libros de La Mochila de Editorial Banda Oriental acaba de
presentar cinco obras ilustradas para niños. Gratísima noticia!


  • Cuando el temible tigre
    texto de Virginia Brown, ilustrado por Matías Acosta
  • Un avión aterriza donde puede
    texto de Lía Schenck, ilustrado por Pantana (Sebastián Santana)
  • La octava cerradura  libro-álbum con texto de Germán Machado, ilustrado por Fernando de la Iglesia
  •  De próxima aparición, dos clásicos infantiles de la literatura nacional:
    Perico: texto de Juan J. Morosoli, ilustrado por Denisse Torena
    Buscabichos: texto de Julio C. Da Rosa, ilustrado por Maca (Gustavo Wojciechowski)

30 oct 2011

Poesía ilustrada uruguaya (1)

De Garabatos y ringorrangos de Germán Machado, ilustrado por José Alberto Caja            (Libro de notas)

De Los espejos de Anaclara de Mercedes Calvo, ilustrado por Fernando Vilela 
(Fondo de Cultura Económica , 2008)

De Mirá vos de Fabio Guerra, ilustrado por Alfredo Soderguit  
(Alfaguara, 2006)

26 oct 2011

Paco Espínola ilustrado

















Adaptación  de El baile de los bichos de Francisco Espínola como cuento para niños. 
Se trata de una fábula criolla que está contada a través de rimas muy sencillas y graciosas que hacen avanzar la acción. Los personajes son animales típicos de nuestra fauna autóctona. Como en el Don Juan, el zorro se trata de un relato de la tradición oral que Espínola hace suyo. La versión de Paco (mucho más larga que otras) incluye una pelea al estilo duelo criollo y es muy divertida. En 1935 Espínola escribió esta versión original para el diario Crítica pero se mantuvo inédita. Ilustrado por Silvina Franzani para la editorial Cal y Canto en el año 2010.