13 dic 2011

"Cartas de Papá Noel" de J.R.R. Tolkien










Cartas de Papá Noel es una recopilación de cartas que Tolkien escribió a sus hijos durante veintitrés años. Empezaron llegando dirigidas a John, el mayor de los hijos de Tolkien, y pasaron por las manos de los cuatro niños hasta terminar solo recibiéndolas Priscilla, la pequeña de la familia.
Tolkien se hacía pasar por Papá Noel y, cada Navidad, enviaba cartas a sus hijos contándoles las aventuras del viejito de la barba blanca y el traje rojo. Papá Noel cuenta a los pequeños Tolkien cómo es su vida en el Polo Norte, quiénes son sus ayudantes y amigos y por qué les lleva unos regalos y no otros. 
Además, las cartas venían acompañadas de dibujos hechos por el propio Tolkien. Incluso el sobre y el sello eran diseñados por él.
Papá Noel tiene un ayudante, el Oso Polar, que siempre lo ayuda a preparar los regalos de los niños. También él escribe a los niños en las cartas. Papá Noel cuenta a los niños con todo lujo de detalles las trastadas del Oso Polar, inventa maravillosas historias acerca del Polo Norte, de los elfos, los trasgos... Además, para que pudieran ser partícipes de estas aventuras, se las plasmaba en dibujos. Incluso hay un abecedario inventado por el Oso Polar hecho de dibujitos, y les envía una carta escrita con este lenguaje para que puedan descifrarlo.También hay una poesía que Papá Noel, con la ayuda del Oso Polar y de Ilbereth, su secretario elfo, escribe a Priscilla. 

21 nov 2011

A volar, entonces!








La  Colección A volar: Los libros de La Mochila de Editorial Banda Oriental acaba de
presentar cinco obras ilustradas para niños. Gratísima noticia!


  • Cuando el temible tigre
    texto de Virginia Brown, ilustrado por Matías Acosta
  • Un avión aterriza donde puede
    texto de Lía Schenck, ilustrado por Pantana (Sebastián Santana)
  • La octava cerradura  libro-álbum con texto de Germán Machado, ilustrado por Fernando de la Iglesia
  •  De próxima aparición, dos clásicos infantiles de la literatura nacional:
    Perico: texto de Juan J. Morosoli, ilustrado por Denisse Torena
    Buscabichos: texto de Julio C. Da Rosa, ilustrado por Maca (Gustavo Wojciechowski)

14 nov 2011

5 LIBROS PARA NIÑOS ESCRITOS POR AUTORES CÉLEBRES (2)

ALDOUS HUXLEY
Aldous Huxley es conocido por su novela emblemática Brave New World (1932), una de las meditaciones más importantes acerca de cómo la tecnología cambiará a la sociedad en el futuro, pero también estaba profundamente fascinado por la ficción de los niños. En 1967, tres años después de la muerte de Huxley, Random House publicó un volumen póstumo del libro Los Cuervos de Pearblossom que cuenta la historia de Sr. y la Sra. Cuervo, cuyos huevos no eclosionan porque la serpiente de cascabel que viven en la base de su árbol los sigue comiendo. Los padres esperanzados se dispusieron a matar a la serpiente y contar con la ayuda de su amigo, el señor Búho, que cuece en el horno de barro dos huevos de piedra pintados que se parecen a los huevos de los cuervos. Al comerlos, la serpiente de cascabel siente tanto dolor que termina atándose en nudos alrededor de las ramas. La señora Cuervo ve nacer "cuatro familias de 17 niños cada uno," usando la serpiente como un tendedero para colgar los pañales a los cuervos. 
El volumen original fue ilustrado por Barbara Cooney
La nueva edición de esta obra fue ilustrada por Sophie Blackall.
 



GERTRUDE STEIN

En 1938, la autora Margaret Wise Brown
(Young Scott Books) envió cartas a Ernest Hemingway, John Steinbeck, y Gertrude Stein para convencerlos de escribir un libro para niños. Hemingway y Steinbeck no expresaron ningún interés, pero Stein sorprendió a Brown diciendo que ya tenía un manuscrito casi completo titulado El mundo es redondo. Stein pidió que las páginas fueran de color rosa, la tinta azul, y las ilustraciones obra del ilustrador Francis Rose. En Young Scott Books fueron capaces de cumplir con las dos primeras demandas a pesar de las dificultades técnicas, pero no querían a Rose para ilustrar el libro y le dieron a elegir a Stein entre varios jóvenes ilustradores. A regañadientes, ella eligió a Clement Hurd, cuyo primer libro ilustrado acababa de aparecer ese mismo año. El mundo es redondo fue finalmente publicado, con una mezcla de prosa y poesía sin puntuación, con una sola ilustración de cada capítulo. La versión original incluye una edición especial de 350 ejemplares, autografiados por Stein y Hurd. En 1942, a pesar de la resistencia de su editor, Stein siguió con un segundo libro: To do. A book of alphabets and birthdays, la última edición entró en Yale University Press a principios de este año y es ilustrada por Giselle Potter.







CARL SANDBURG
En 1922, casi dos décadas antes de que el primero de sus tres premios Pulitzer, el poeta Carl Sandburg escribió un libro para niños titulado Rootabaga stories para sus tres hijas.

El libro surgió del deseo de Sandburg para crear los entonces inexistentes "cuentos de hadas estadounidense", que vio como parte integral de la niñez de América, por lo que salió para sustituir a las imágenes incongruentes de los cuentos de hadas europeos con el mundo de ficción del medio oeste americano, que él llamó "el país Rootabaga," la sustitución de las granjas, los trenes, y las hadas de maíz por castillos, caballeros y realeza. Las historias románticas capturadas por Sandburg dan una visión esperanzadora de la infancia.








IAN FLEMING
Ian Fleming es conocido como el creador de una de las obras literarias más vendidas de todos los tiempos: la serie de James Bond. Unos años después del nacimiento de su hijo Caspar en 1952, Fleming decidió escribir un libro infantil para él, pero Chitty Chitty Bang Bang no vio la luz del día hasta el año 1964, el año que Fleming murió. 
Cuenta la historia de la familia Potts y la figura del padre, Caractacus, que utiliza el dinero de la invención de un dulce especial para comprar y reparar un coche único, mágico que la familia llama cariñosamente Chitty Chitty Bang Bang. Inspirado por una serie de motores de aviación construido por el piloto de carreras e ingeniero Louis Zborowski Conde en la década de 1920, cuyo primer motor de seis cilindros Maybach aerodinámico fue llamado Chitty Bang.


El libro original fue bellamente ilustrada en color negro y blanco por John Burningham y pronto fue adaptado en la película clásica de 1968 del mismo nombre protagonizada por Dick Van Dyke.
 
OSCAR WILDE
En 1888, antes de la publicación de sus obras más representativas, Oscar Wilde escribió El príncipe feliz y otros cuentos - una colección poética de las historias de cinco niños, de la felicidad, la vida y la muerte. La versión occidental fue ilustrada por Laura Stutzman. La segunda versión (1992) traducida al chino (que cuenta con una versión en Inglés en la parte posterior del libro) es magnificamente ilustrada por el artista chino Ed Young. 
Aquí se puede leer la antología completa
The Literature Network.












Fuente: We Too Were Children, Mr Barrie

"Queridos jóvenes, es mejor no leer" de Alessandro Baricco



No tengo ninguna duda que el placer de leer, así como la cultura del libro, están fuertemente relacionados a una derrota. A una herida y a una derrota. Sobre los libros, no tengo dudas. Sobre la música, teatro, cine, puede ser más problemático.

Leer es siempre la revancha de alguien que en la vida fue ofendido, herido. Me parece que leer libros es una manera inteligentísima de perder. Relacionado a una especie de renuncia a combatir sobre el campo. No sé si esto tiene alguna relación con la "humanidad ofendida", de la cual escribía Adorno. Sé que la gente de libros es, por lo general, gente que sufre.

Existe una tendencia a ser sumergido por esta sensación de desequilibrio. Y es verdaderamente peligrosa.

Lo que pensaban de la novela en el siglo 19 las personas de buen sentido, es decir, que era peligrosa, es verdad; y está bien que en el origen de la novela así haya sido percibido. Lo entendieron rápidamente los médicos que prohibían a sus esposas la lectura de novelas, en la pureza áurea de aquel objeto --la novela-- entendían una cosa que a nosotros actualmente nos parece ridícula. Pero era verdadera en aquel entonces y permanece como algo que tiene que ver también hoy con la experiencia de leer.

Para ser prácticos, veo a estos muchachos de 16 años que pasean, y que han leído todos mis libros, o bien demasiado Kafka o demasiado Dostoievsky. Los veo. Y cuando me preguntan qué deben hacer, sólo una cosa me llega a la cabeza: "Váyanse a jugar con el balón, tiren los libros, paseen. Córtense los cabellos, píntenselos de verde. Hagan algo. Busquen estar en el adentro. No afuera. Después de ello, regresen a los libros, por caridad, pero no se dejen imbuir".

Si pienso en los jóvenes de hoy, en lo que leen y lo que no leen, y si desde nuestra experiencia de Tótem puede surgir alguna luz sobre esto, me vienen a la cabeza algunas cosas.

Antes que nada, se necesita una gran disposición de nuestra parte para entender que la geografía del sentido de estos jóvenes es objetivamente distinta de la nuestra. Y no por un proceso de "vulgarización" o "denigración" de aquello que es noble. En lo absoluto. Será noble como la nuestra, pero será distinta.
No se puede pretender que los Quartetti de Beethoven cubran, en la geografía de la inteligencia de estos jóvenes, la misma parte que han cubierto en la geografía de nuestra inteligencia. Y no precisamente por un proceso de degradación. No, simplemente porque la geografía cambia.

Si nosotros, cada vez que se pierde un pedazo de la geografía que nos ha generado, nos ponemos a pensar que ésta es una pérdida estéril del mundo, y si nosotros debiéramos ser así de idiotas para pensar esto en un modo apriorístico y dogmático, no se abrirá jamás un diálogo con estos jóvenes.

Debemos entender que su geografía será igual de noble que la nuestra, y además podría ser más noble, si no existiera ningún vestigio de la nuestra.

Allá donde en nosotros existía un puerto, en ellos no existe nada. Han dejado todo al nivel del suelo para dar vida a un gran estacionamiento. Y nosotros debemos tener una gran e inmensa inteligencia para no despreciarnos por el hecho de que hay un estacionamiento donde había un río, sino entender, antes que nada, toda la geografía.
Y pensar --casi como un acto de fe-- que nuestra geografía será igual de noble que la de ellos. Porque de hecho es así. Porque a final de cuentas, en los últimos Quartetti, ¿qué criticaba Beethoven? Era el mundo en movimiento. Después, la forma en la cual se puso en movimiento, porque nunca estuvo en nuestras manos elegir dicha forma.

La única cosa que debemos odiar es la inmovilidad. Porque es la muerte, es la dictadura, es el mundo en pausa.

Pero si el mundo comienza a vibrar, necesitamos después, de vez en vez, entender la forma de esta vibración, que no podrá ser siempre la misma.

El problema de la lectura, a final de cuentas, es esto. Si partimos del supuesto de que cada joven que no lee es una pérdida para la civilización, partimos de un supuesto erróneo. Estúpido.
No es del todo cierto que, dentro de 150 años, la lectura será el modo, la forma más apta para la creación de sentido, para aprehender la vitalidad de lo real. Sin embargo, ¿esto quiere decir que no se puede hacer nada, que no podemos hacer nada, para transmitir a un joven el sentido de aquello que para nosotros es noble? Nada en absoluto. Nada es grandioso si uno no es capaz de explicar el porqué lo es.

Si los Quartetti de Beethoven son grandiosos sólo porque son los Quartetti de Beethoven, y uno no parte de cero, y no sabe explicar el porqué, aquella grandeza está acabada. Deviene en una imposición, justo a lo que un joven siempre se rebela.

Cuando los jóvenes se rebelan a la lectura únicamente porque les viene dada como un valor inexplicable, porque es mejor que jugar Playstation, es necesario preguntarnos si alguno les ha explicado de manera convincente por qué es mejor.
Aparte de que se trata, evidentemente, de una cuestión abierta --no sabemos todavía bien qué cosa sucede en aquel nuevo mundo de mensajes visivos, sensibilidad, velocidades distintas a la nuestra--, es por eso que los jóvenes viven la lectura como una agresión a sus valores.

El libro y el videojuego desde el inicio resultaron contrapuestos. Entonces, o estamos en condiciones de explicárselos, o bien estamos haciendo algo que los alejará más.

En cambio, el desafío es que a alguien que juega con el Playstation le cuentes el Cyrano, y que, de pronto, te escuche. Pero no le puedes decir: "¡Ve al teatro! A ver un Cyrano de Bergerac doctísimo y aburridísimo". Así, nos la jugamos todos, ¡uno después del otro!

Esto nos ayudará también a entender qué cosa está todavía viva y qué cosa está muerta.
Cuando, en resumidas cuentas, no puedo explicar a los jóvenes en la escuela Holden, por qué creo que El hombre sin atributos de Musil es un libro para leer, cuando advierto que me canso cada vez más, que cada vez tengo menos credibilidad, y que no logro convencerlos, no sólo quiere decir que no soy lo suficientemente bueno.
Sugiere también que quizás, en la nueva geografía que está naciendo, El hombre sin atributos no es un libro importante. Esto es algo muy probable, de lo cual no debemos espantarnos. No lo digo para provocar. Los músicos que Rossini admiraba en su oficio se llamaban Mozart, Haydn, pero otros tenían nombres que hemos olvidado por completo.

Las geografías cambian. Quizá El hombre sin atributos no es importante por siempre.
Lo ha sido para mí, para mi generación, pero cuando se comienza a no saber explicarlo, cuando percibes que no te creen, es mejor buscar entender qué cosa está pasando, cuál es la nueva geografía que está naciendo.

Y prepararse para tomarla.


Extracto del texto leído por el autor el 15 de mayo de 2003 en la Feria del Libro de Turín, en un panel dedicado al tema de la lectura, y posteriormente publicado en el libro Totem. L'ultima tournée (Einaudi, 2003). Traducción de Israel Covarrubias.

30 oct 2011

Poesía ilustrada uruguaya (1)

De Garabatos y ringorrangos de Germán Machado, ilustrado por José Alberto Caja            (Libro de notas)

De Los espejos de Anaclara de Mercedes Calvo, ilustrado por Fernando Vilela 
(Fondo de Cultura Económica , 2008)

De Mirá vos de Fabio Guerra, ilustrado por Alfredo Soderguit  
(Alfaguara, 2006)

28 oct 2011

5 LIBROS PARA NIÑOS ESCRITOS POR AUTORES CÉLEBRES (1)

 JAMES JOYCE
James Joyce es muy conocido como poeta, novelista y autor de relatos cortos. Pero en 1936 también escribió un relato infantil llamado The Cat and the Devil , originalmente ilustrado por el francés Roger Blachon. La historia es una clásica fábula narrativa que une los folklores de Francia e Irlanda, extraordinariamente contada por nuestro amigo Joyce.



MARK TWAIN
En 1865,  Mark Twain sporprendió a todos con un libro para niños titulado Advice to Little Girls (Asesoramiento a las niñas). La historia fue publicada en  The 30,000 Dollar Bequest and Other Stories.
(El Legado de 30.000 dólares y otras historias).
 En el 2010 Donzelli Editore relanzó una bella edición en italiano, con estilo scrapbook.






VIRGINIA WOOLF
In 1923, Virginia Woolf escribió The Widow and the Parrot (La viuda y el loro) a pedido de sus sobrinos. Es una historia moral sobre la bondad y los animales, una reflexión de carácter dulce, al tomarse el tiempo para contribuir a un proyecto familiar para mascotas pequeñas en el fragor de su carrera literaria.






T.S. ELIOT
T.S. Eliot es recordado como uno de los mas importantes poetas del siglo XX. En la década de 1930, Eliot, bajo su nombre falso "Old Possum", escribió una serie de cartas a sus ahijados, en la que incluye un puñado de poemas caprichosos acerca de la psicología y la sociología de los felinos. Que fueron publicadas en 1939, originalmente ilustrado por el propio autor. Pero, dada la afinidad, para mediados de siglo nuestro gran amigo Edward Gorey, realizó una exquisita edición en 1982, con su estilo de la firma de negro, dibujos en blanco y siempre en la intersección con lo macabro.


Old Possum’s Book of Practical Cats ha inspirado el famoso musical de Brodway Cats.
MARY SHELLEY
Entre el momento de Mary Shelley publicó la edición anónima de su icónico Frankenstein en Londres en 1818 y la publicación de la segunda edición en Francia en 1823, donde su nombre aparece por primera vez, ella escribió Maurice or the fisher´s cot (Maurice o La cuna de Fisher). Shelley intentó que la historia fuera publicada por su padre, William Godwin, pero él se negó, enterrando el texto durante casi dos siglos. En 1997, los investigadores descubrieron una copia del manuscrito que se encontraba en Italia, considerado uno de los grandes logros de la modernidad literaria de la ciencia forense.

La historia, escrita en un lenguaje sencillo romántico, inspirado por el poeta William Wordsworth, cuyo trabajo estaba leyendo en el momento en que compuso Maurice, es sobre un chico en busca de un hogar y sus encuentros con un viajero que resulta ser su padre, perdido hace mucho tiempo. Con su tono melancólico y autobiográfico, el texto redescubierto reveló una nueva visión del personaje de Shelley, y ofreció un precioso vínculo perdido en la evolución de su estilo literario.